Técnica: El Legado de Lovecraft
- Fernando de la Rosa Castillo
- 20 mar 2017
- 7 Min. de lectura
En estos días celebramos la partida del célebre maestro del Terror Cósmico, Howard Phillips Lovecraft; y a modo de tributo, analizaremos las técnicas literarias que dieron forma a su legado. Descubriremos el arte de la descriptiva “incomprensible”, el dulzor sobreexpresado de los adjetivos, el ritmo lento de narración, y el tono de suspense constante. Todo esto y más son legados que hasta el día de hoy prevalecen en los autores novel, y que merecen su respectivo apartado de crítica y análisis.
Descriptiva (Desconocida, Cósmica u Orgánica).

Lovecraft no fue el padre del Terror, fue quien lo transformó. Antes del maestro, toda obra de los géneros oscuros giraba en torno a miedos ya conocidos, incluso sobre-explotados por otros autores: Zombies, Fantasmas, Vampiros, hasta el castigo divino eran habituales residentes de las letras lúgubres y góticas. Se tenía la falsa creencia de que el terror debía venir de una criatura que desde tiempos antiguos fuera identificada como “terrorífica”, ignorando que los autores originales inventaron estas imágenes desde cero. Lovecraft le da un nuevo respiro al Terror, combinándolo con la Fantasía, creando nuevas y terribles criaturas nunca antes imaginadas en el colectivo literario.
¿Pero cómo logró esto?. La razón del éxito sobrenatural, previo a Lovecraft, era la facilidad de identificar una criatura; al leer la palabra “Vampiro”, saltaba a la imaginación el rostro de Drácula listo para extraer sangre de su víctima; es por esto que pocos autores hicieron uso de la “descriptiva” de personajes para el terror. Lovecraft destroza este paradigma, al inventar un nuevo tipo de descriptiva.
“Una criatura tan grotesca, mórbida, que no habría palabras suficientes para describir el horror de su apariencia.” Sencillo, una descriptiva al aire de la imaginación. Lovecraft fue el padre de los desconocido, al menos al inicio de su obra. Con un toque de abandono y misterio, deja que el mismo lector invente el rostro del enemigo, encarnando el miedo personal de cada uno. Esto no fue con propósito, la verdad era que al inicio el célebre autor no manejaba lo suficiente la imagen como para relatar un horror indescriptible, pero esto cambiaría con la madurez.
“De gruesos labios escurriendo la pútrida peste de fluidos viscosos, con ojos desorbitados, y un aroma semejante a la inmundicia de los callejones.” Si bien la descriptiva “al aire” de los primeros escritos de Lovecraft vino a jugar a su favor, fueron sus obras posteriores las que despertaron el verdadero horror de la imagen. El autor, en base al punto que veremos después, tocó temas tabú de la sociedad norteamericana, sin recurrir a criaturas ya establecidas, pero tomando imágenes que todos despreciaban. En este caso (y en muchos en realidad), Lovecraft hace uso de los seres marinos, criaturas que por alguna razón no revelada por los investigadores, fueron constante inspiración de su mitología. La sociedad de Nueva York era especialmente renuente a los alimentos marinos, común de una industria costera; esto le permitió a Lovecraft una facilidad para describir, y a la vez llegar a la mente de los lectores.
Otros temas y descripciones que manejó con facilidad en sus últimas obras fue la Descriptiva Orgánica. Las vísceras y los cuerpos cercenados fueron habituales en la obra oscura del autor, los cuerpos protoplásmicos, seres invertidos o con aspectos antropomorfos pero deslocalizados, fueron imagen favorita en un sinfín de criaturas fantásticas.
No importa la técnica o criatura, Lovecraft logró hacer lo que nadie antes que él en varios siglos, crear una criatura fruto de su propia imaginación; ya fuera dejando a comprensión del lector el misterio, haciendo uso de entornos con particular hastío social, o tocando imágenes que el lector ya identificaba como horribles, se ideó un bestiario que nadie hasta el día de hoy ha logrado equiparar.
El arte del Adjetivo.

Un tema controversial, y habitual punto de discusión de la obra Lovecraftiana, es su técnica de redacción. Hoy en día varios escritores toman como crimen, un insulso y hórrido, despótrico y desafiante, blasfemo e insufrible crimen, el uso exacerbado de adjetivos (ríase lector, fue divertido). El arte de la descriptiva sería inexistente sin los adjetivos, pero Lovecraft se atrevió a usarlos en demasía, siendo la principal razón de varios rechazos editoriales y de revista.
Es sumamente sencillo identificar una obra del maestro Lovecraft, basta con poner atención a los adjetivos.
“Traía consigo el objeto de su viaje: una estatuilla de piedra, repugnante y grotesca, muy antigua aparentemente, cuyo origen no había logrado determinar.” Este ejemplo es sencillo, pues no había necesidad de usar Repugnante y Grotesco, ambas palabras, en el mismo enunciado; pero esto le da un toque de interés, y obliga al lector a voltear a ver la estatuilla.
“La examiné con cuidado y descubrí que estaba exquisitamente labrada, y tenía el mismo profundo misterio, terrible antigüedad y sobrenatural rareza de material que el ejemplar más pequeño de Legrasse.” Nótese la descripción: Profundo Misterio, Terrible Antigüedad y Sobrenatural Rareza. ¿Cuántas formas no hay, querido lector, de resumir tan extenso enunciado?, ¿cuántos editores contemporáneos rechazarían al instante tan fina obra de arte?. La verdad es que Lovecraft tenía una intención detrás de los adjetivos: No se trataba de describir el objeto, sino de causar una impresión, llamar la atención del lector, y centrar cada pizca de concentración en la imagen, porque era de suma importancia. Los adjetivos de Lovecraft causaron tal impacto en la literatura norteamericana, que hoy en día se tiene un consenso de esta técnica: Un adjetivo es útil, Dos adjetivos es relevante, Tres adjetivos es de vital importancia. Conforme aumenta la descripción del objeto, el lector presta mayor atención, presintiendo la importancia del mismo. Esta técnica es muy eficaz, pero en manos inexpertas puede llegar a aturdir al lector, por lo cual se debe usar con otras técnicas en conjunto, como las siguientes.
Ritmo, herencia de Poe.

Esta técnica no es propia de Lovecraft, pero la usa como pocos. Edgar Allan Poe fue pionero en una cantidad sorprendente de bases literarias, pero la gran mayoría fueron perfeccionadas por sus seguidores; una de ellas fue el Ritmo de narración, algo que en tiempos contemporáneos sería un suicidio comercial.
Lovecraft usa un estilo narrativo pausado, casi poético, con una prosa musicalizada en profundidad. Lamentablemente se pierde bastante de la prosa en las traducciones, por lo que el lector deberá buscar las obras originales para percatarse del arte.
Sin embargo, el ritmo no solo es en la noble acentuación de un inglés formalizado y arcaico, sino también en el proceso de la narración. Los Argumentos de Lovecraft están tan finamente enlazados, que el lector puede seguir el paso a paso en cada una de sus historias sin perderse en el proceso, todo esto sin sentir el tedio de un escrito largo. El Ritmo narrativo se logra en su mayoría por los adjetivos, pero también por el uso de descripciones, algunos dirían innecesarias, pero útiles para ir suavizando la imagen antes de pasar a la siguiente.
Por supuesto, no todo es gracias al uso de una descripción exagerada, sino también a las constantes escenas de suspenso.
Suspense sobre todo.

El Suspense nace con Edgar Allan Poe, pero es Lovecraft quien lo lleva a un nuevo nivel. El uso de escenas inconclusas, y descripciones misteriosas, tienen el sello patentado del autor de Providence; y la mayoría de los autores de terror prefieren la descriptiva de Lovecraft a la de Poe, la primera más visual, la segunda más psicológica.
Lovecraft siempre mantiene la tensión al máximo. Al contrario de varios autores de la época y posteriores, no trabaja en una “escalera” de emoción, abriendo débil pero subiendo hasta el clímax; en cambio, abre con un misterio que es centro de toda la historia, sea una desaparición, o una carta sin remitente, y arma la trama en torno a la resolución, con un sinfín de giros y sorpresas a cada esquina.
El Suspense es tan vital en la obra Lovecraftiana, que si por un momento llegara a disminuir, el lector se abrumaría por la exagerada descriptiva, perdiendo el interés en la historia, y abandonando la lectura al instante.
Temas más allá de la comprensión.

Pero de todos los símbolos y características, de todas las artimañas de Lovecraft, hay un distintivo único que sobresale con facilidad. La Trama.
Lovecraft fue el primer autor en atacar la base del Miedo mismo: Lo incomprensible. Todas las tramas en la obra del autor se centran en terrores indescriptibles, más allá de lo posible para la insulsa mente humana. Los Primigenios, los Antiguos, todas las nefastas razas, poseen dimensiones en espacio y tiempo, astronómicamente mayores a las de los simples mortales; para ellos no somos más que granos de arena, insignificantes bacterias que poco o nada ameritan su atención.
El Terror Lovecraftiano maneja una base de Psiquis. La mente siempre trata de poner orden a las imágenes, pero cuando nos topamos con una descripción “irreal”, un orden inexistente en las partes, la mente siente aberración, y aterrada, lucha por alejarse del monstruo. Lovecraft entiende a la perfección el horror de la imagen incongruente, fue víctima de terrores nocturnos similares a sus descripciones, por lo que tomar el papel de creador en un universo de bestias sin comprensión espacial fue un juego de niños para él.
Con esto entendemos lo que hizo grande a la obra Lovecraftiana. La técnica del autor ha sido tan sublime a lo largo de los últimos dos siglos, que a pesar de ser investigada, analizada e imitada infinidad de veces, no hay quien siquiera se le compare. Los pocos autores que toman su estilo terminan por perderse en una insulsa descriptiva, vocabularios sin sentido, imágenes incoherentes, y prosas tediosas; siendo un riesgo para el autor novel, quien no se ha tomado la molestia de estudiar con detenimiento el arte del escritor de Providence.
Terminamos con una invitación al querido lector. La obra del maestro Lovecraft es extensa, pero si desea impregnarse con su arte, le recomendamos las siguientes obras: En las Montañas de la Locura (especial énfasis en la descriptiva), El Caso de Charles Dexter Ward (famosa por su arte detectivesco y suspense), La Sombra sobre Innsmouth (hermoso relato de Terror Biológico, y racismo); y por supuesto, La Llamada de Cthulhu.
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